No entiendo a la gente que comienza a leer un libro y lo termina de leer contra viento y marea aunque no le esté gustando nada de lo que lee. ¿Por qué lo hacen? Yo no tengo ningún reparo en dejar un libro que no me está gustando. Llega un momento en el que digo: hasta aquí he llegado, y abandono el libro en la estantería. Por ejemplo, comencé a leer Cosmópolis de Don DeLillo y no me convencía. Cerca de la página 70 abandoné la novela. Investigué un poco sobre DeLillo, muy poco, la verdad, y leí que los libros de DeLillo son difíciles de traducir. En un artículo de José Luis de Juan leo:
Algo que hay que tener muy en cuenta al leer a Delillo es que su traducción es problemática. Suele trabajar el lenguaje hasta el límite, de tal manera que a veces deja en segundo plano la estructura de sus novelas. Vertida a otras lenguas su prosa pierde fuerza y corre el peligro de hacerse imprecisa o al menos extraña, de lectura no fácil.
Cuando leía Cosmópolis la narración me resultaba extraña, no parecía ni narración o mejor dicho: unos momentos sí y otros momentos no; y creo que fue eso lo que me hizo abandonar el libro. No me estoy justificando, esto es un ejemplo concreto. Otros libros los he abandonado porque sí.
09 marzo 2006
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